Fragmento: Ximena y las supersticiones

Va por la calle y empieza a salir vapor del suelo, se da cuenta que lleva tantos años pasando por el mismo lugar, que a veces siente que en realidad no va a ninguna parte, cansada y decidida a no tener otro episodio en el que se rompe la cabeza con supersticiones, le pone un alto a los caviles que nada tienen que ver con lo que esta haciendo, mejor seria sentarse un rato a descansar, probablemente en un parque que este algo cercas, o en un café, o mejor en un café que este en un parque que este algo cercas, o viceversa, no le interesa, lo que quiere es descansar un rato para no desviar la atención, redirigir la energía desaprobechada y pensar en que a veces es bueno desviarse un poco en el camino para no desviarse completamente, o algo asi, seria difícil precisar que...

Estando sentada no deja de sentirse acosada, una sensación a descocido que no se resigna a desvanecerse, intenta poner orden a sus ideas, recordar algún tipo de significado, dejarse llevar y distraerse para darle prioridad a los pendientes, no puede concentrarse, todo se escurre por una fuga que no se ve, una desazón que aprieta en el pecho, algo que de la nada le tapa los ojos, la cubre en un abrazo blanco que de tan rápido no se percata que es neblina, se le pega en los dedos, se le impregna en la nariz y huele raro, intenta disiparla con las manos, desesperada las agita en el aire con la esperanza de tocar algo en esa oscuridad blanca para encontrar el camino de regreso...

El miedo y la desesperación la vencen, le da vergüenza recordar el secreto que siempre quiso guardar...